Asamblea arbórea: Habla el Tilo
(Extracto del libro Árboles y Mitos, por Elena Huerta Fernández)
– Gracias por los versos del poeta de Moguer, Encina. Y a ti por tus alabanzas, Fresno de tronco erguido y estupenda madera. Verdad es que los Humanos me emplean en beneficio de su salud, pero también lo es que sobre tus árboles, Fresno, vive un insecto que emplean en farmacia: la cantárida.
ENCINA.– Los ingleses y los alemanes la llaman “la mosca española”.
FRESNO.– Pues no se trata de una mosca, sino de un coleóptero con el cuerpo verde bronce metálico. Vive sobre mis árboles y también sobre los del Tilo de madera clara, ligera y estable.
TILO.–¡Bien que se guardan de ingerirla sus posibles depredadores, porque es muy venenosa !
ROBLE.–¿Queréis dejar a ese insecto en paz y volver a los mitos helénicos que es lo nuestro?
TILO.– Contaré cómo fue mi aparición en la Tierra de innumerables caminos, aparición que se debe a una de las Oceánides: Fílira. Compartimos el nombre, puesto que en griego fílira es como se dice tilo.
AVELLANO.– Y –¡mira qué casualidad!– también lo es de una de las islas del Egeo. Oceánide e isla, isla y Oceánide … ¿lo pilláis? ¿eh? Si algo es seguro es que la isla Fílira se llamó así por los tilos que vivirían en ella …
TILO.– Relájate, Avellano. ¡Qué nervio el tuyo! Mi cometido es hablaros de Fílira y de su hijo Quirón. También lo haré de Jasón y los Argonautas, porque el Argo navegó por la costa de la isla de Fílira. En ese lugar y en un tiempo enigmático más lejano al que vivieron los Argonautas, el viejo Titán Crono había bebido los vientos por una de las hijas de Océano y Tethys de nombre Fílira. Los dos amantes vivían entregados a su pasión hasta el día en que fueron sorprendidos por Rea. Crono, para eludir las iras de su cónyuge, intentó disimular adoptando la forma de un caballo. Otra versión achaca la metamorfosis a la misma Fílira, que se transformó en yegua. El caso es que, pasado el tiempo, Fílira tuvo un hijo de apariencia un tanto extraña: aunque hasta la cintura se trataba de un niño normal, de cintura para bajo el cuerpo de la criatura no era sino el de un precioso potrillo. Se trataba de un Centauro. El Centauro Quirón sintió por primera vez el blando apoyo que brinda la tierra en una gruta del monte Pelión en la Tesalia. Lo que Fílira experimentó cuando vio a Quirón no se parecía en nada a lo que las madres sienten cuando ven a sus hijos por primera vez: –“¡Ay de mí, soy la madre de un monstruo! Un ser así sólo merece la muerte, pero no puedo quitarle la vida cuando he sido yo quien se la ha dado. No quiero vivir sabiendo que es mi hijo, pero soy inmortal … Ruego a los dioses que me yuden y cambien el curso de mi existencia”. Fílira se metamorfoseó en el más hermoso tilo que imaginarse pueda. Os ruego que perdonéis tanta inmodestia al hablar de mi aspecto, pero hago honor a la verdad. Quirón creció en las montañas donde reinaba Ártemis, la diosa que ama el bullicio de la caza. A su lado, Quirón aprendió el arte de la caza y a conocer las estrellas y las plantas con todas sus propiedades curativas. Con el tiempo se convirtió en un sabio inigualable que cultivó todos los conocimientos y las ciencias. Su sabiduría médica y astronómica le mereció el honorable título de “Hijo del Tilo”, que en la época se otorgaba a los sabios y a los curanderos.
AVELLANO.–¿De qué os admiráis? ¿De que en la antigüedad “Hijo del Tilo” fuese sinónimo de sabio? Por una parte, las flores del Tilo son conocidas desde siempre por sus propiedades curativas. Por otra parte, la corteza interior o líber del Tilo les servía a los Humanos para fabricar unas tablillas en las que escribían con facilidad. El historiador Herodoto cuenta que estas tablillas también se utilizaban para la adivinación.
TILO.– Yo hubiera dicho todo eso si tú no te hubieses adelantado, Avellano que prefieres lugares frescos y húmedos. Pero ponerme nervioso a mí es de todo punto imposible. Así que con la calma que me caracteriza voy a continuar. En este congreso ya se ha hablado de Centauros. Porque hubo más aparte de Quirón. Por lo general, eran unos seres salvajes, crueles y sujetos a la muerte. Quirón fue una excepción en todos los sentidos. Era culto, bondadoso y, como sus padres, era inmortal. Además de cultivar la astronomía, la medicina, la cirugía y el arte de curar a los animales, estudió música y compuso el calendario que sirvió a los Argonautas para su navegación hacia la Cólquide. El hijo del Tilo (o de Fílira, como más os guste) eligió para vivir una gruta al pie del monte Pelión. Con el tiempo, esta gruta se convirtió en una especie de universidad donde se graduaron la mayor parte de los héroes griegos más famosos e incluso algunos dioses. Quirón tuvo bajo su magisterio al dios Dioniso y a Heracles. Apolo confió al centauro la educación de su hijo Asclepio, quien como sabéis llegó a convertirse en el dios de la medicina; de él nos han hablado el Laurel de hojas persistentes y el Ciprés.
PERAL.– También se encargó de la educación de Cástor y Pólux.
TILO.– Quirón instruyó a Teseo, el vencedor del Minotauro. A su vez, Teseo confió al Centauro la educación de su hijo Hipólito, cuya dramática historia dio lugar a bellas obras de arte y hermosas tragedias. Jasón, el capitán de los Argonautas, también se contó entre sus educandos. Y Ulises, pródigo en ardides, el protagonista de la Odisea. Pero el discípulo más amado de Quirón fue Aquiles. El de los pies ligeros era hijo de un amigo de Quirón: Peleo.
OLMO.– Quirón había ayudado al mortal Peleo, nieto de Zeus, a conseguir el amor de la inmortal hija de Nereo, Tetis la de largo peplo. Peleo encargó la educación de su hijo al Centauro, quien enseñó al veloz Aquiles el arte de la guerra y de la caza, a pulsar la lira y el conocimiento de las plantas.
ÁLAMO BLANCO.– No fue Quirón el único centauro de buen carácter. Folo también fue afable y hospitalario.
ABETO.– Folo fue hijo de Sileno.
FRESNO.– Y de una ninfa de los fresnos.
ÁLAMO BLANCO.– El centauro Folo ofreció amablemente a Heracles hospitalidad y vino. Ocurrió durante el tercer trabajo del héroe, cuando éste buscaba al jabalí que asolaba los bosques de Erimanto.
VID.– Pero cuando los otros Centauros percibieron el olor del líquido fermentado de mis frutos se volvieron locos. ROBLE.–¡Silencio todo el mundo! ¡Es el tiempo del Tilo!
TILO.– El olor del vino enloqueció a los Centauros, que atacaron a Hércules, blandiendo árboles jóvenes arrancados a cuajo. Como os podéis figurar, el héroe no tardó ni dos segundos en responder. Cuando los Centauros se percataron de la superioridad de Hércules, corrieron a refugiarse cerca de Quirón. Todos conocían el afecto que unía a Heracles y a su sabio maestro. Escudarse en Quirón no les sirvió de nada: Hércules disparó contra ellos una tras otra todas sus flechas untadas en la venenosa sangre de la Hidra de Lerna. Pero lamentablemente una de estas flechas tomó un camino equivocado e hirió al mismo Quirón en la rodilla. Desesperado, Heracles se precipitó a aplicar a su maestro un remedio vegetal que el mismo Quirón le había enseñado. Todo fue inútil. El Centauro sufría indeciblemente e incapaz de soportar los tremendos dolores rogaba a Zeus que le librase de su inmortalidad y acabase con su vida. Zeus atendió a las súplicas de Quirón; tomó en sus manos la inmortalidad del Centauro Hijo del Tilo a cambio de …
SAUCE.– A cambio del sufrimiento de alguien a quien previamente había castigado y de quien hablaré yo.
TILO.– De acuerdo. Quirón fue colocado finalmente entre las constelaciones: se trata de Sagitario.
PAPIRO.– Los mitólogos derivan el nombre de Centauros de kentein (picar) y tauros (toros).
AVELLANO.– Eso es porque los griegos de Tesalia adquirieron una habilidad sobresaliente en la equitación combatiendo contra los toros. En una ocasión, una manada de toros salvajes tuvo atemorizados a los habitantes de la Tesalia. El rey reclutó a los mejores jinetes, que consiguieron liberar a la comarca de aquel peligro. Pero luego sus triunfos se les subieron a la cabeza y se dedicaron a atacar a los lapitas. Aquellos vanidosos campeones, siempre a lomos de sus monturas, parecían fundirse con sus caballos en la lejanía.
TILO.– Con excepción de Quirón y alguno más, los Centauros de humanidad sólo tuvieron la mitad. Por lo general, subvierten las leyes del comportamiento ético y civilizado. Su conducta es violenta, inmoral y licenciosa. En la boda del rey de los lapitas a los Centauros no se les ocurre otra cosa que intentar raptar a la novia. En la batalla que se desencadenó, Teseo luchó del lado de los lapitas y contra los Centauros.
ALMEZ.– Las batallas contra los Centauros es un motivo frecuente del arte griego.
TILO.– Estoy ansioso por contaros la leyenda jónica de los Argonautas….… Continuar leyendo