Amaranto. John Milton
Reverentes se inclinaron ante los dos tronos y en solemne adoración dejaron en el suelo sus coronas entretejidas de amaranto y oro, amaranto inmortal, aquella flor que junto al Árbol de la Vida un día se abrió en el Paraíso, pero pronto por la culpa del hombre volvió al Cielo donde crece y florece y se levanta a dar sombra a la fuente de la vida …
John Milton. El Paraíso perdido