Los baños verdes y la estimulación cognitiva
Los baños verdes de Visitarb, un modo de estimulación cognitiva
Por Antonio Matamala. Psicólogo y educador.
Pasear en la Vegetosfera incorpora diez principios fundamentales y científicamente necesarios para la estimulación cognitiva: Nos centran en el aquí y ahora, estimulan la percepción y el lenguaje, ejercitan la memoria, regulan nuestra ‘actividad frontal’, fomentan la actividad motora, mejoran el ánimo y la autoestima.
La creencia más común en nuestra cultura es que la edad adulta implica estabilidad (1). Personalmente lo confirmo. Hace 5 años que me jubilé y puedo asegurar que nunca me había encontrado tan bien como en este periodo, a lo que sin duda, más que el hecho de no ir a trabajar, ha contribuido mi nieta de 5 años y mi nieto de tres.
Pero también son ellos los responsables de haberme empujado a la necesidad de un cambio hacia el autocuidado y la actividad. El primero provocado por el comentario de mi nieta, cuando me preguntó si de pequeño yo había llevado chupete. Al contestarle que sí lo había utilizado me dijo “ya lo sabía, porque tienes los dientes torcidos y un poco negros. Yo como no llevé chupete de pequeña mira qué bien los tengo” y me enseñó su preciosa y diminuta dentadura.
La necesidad de “activarme” físicamente me la provocó mi pequeño, de tres años, cuando al ver mis esfuerzos por levantarme del suelo tras haber jugado “a coches”, me tendió amorosamente la mano y me dijo: “¿Te ayudo, abu? Agárrate”.
Pero hay otra idea-duda que con estos comentarios tan cariñosos y tiernos me ha asaltado casi a traición, no por desconocida, sino por la rapidez y contundencia de su provocación: ¿La vejez, cuyo comienzo generalmente se establece en la edad de jubilación, conlleva pérdida, declive y deterioro? Y lo peor: ¿Es tan evidente que yo ya haya comenzado a demostrarlo?
Si para contestar esta pregunta utilizamos el modelo biomédico la repuesta será “sí”, sin duda. Todos sabemos que o largo de nuestra vida, pasado un periodo de fuerte crecimiento, todos nuestros sistemas biológicos pierden eficiencia y vienen, queramos o no los “achaques” . Solo hay que leer esas cadenas de chistes enviados por wat´s up con las que nos “martirizamos” los “mayores” riéndonos de nosotros mismos.
Es a este comportamiento de los sistemas biofísicos a lo que, desde la biología, se llama envejecimiento y se expresa como una involución que tiene el signo contrario a lo que llamamos desarrollo.
¿Ocurre realmente eso mismo en los sistemas comportamentales? ¿Experimentamos también envejecimiento en nuestro deseo de conocer, explorar, aprender, entusiasmarnos y disfrutar jugando?
La respuesta que viene de las ciencias biomédicas me consuela porque estas afirman que “ las personas, tengamos la edad que tengamos, no paramos de desarrollarnos y de perfeccionar nuestros repertorios comportamentales”. “¡Uff.. un alivio!”, he pensado. Y de manera casi automática he querido seguir interesándome, “investigando” por decirlo de una manera más pretenciosa, sobre esta afirmación.
Así que he consultado diferentes trabajos y estudios científicos, en especial los realizados por mi buena amiga Rocio Fernandez Ballesteros, que es con mucho la psicólogo más especializada y competente en estos temas. Y me he sentido tan reconfortado con las conclusiones a las que ha llegado, que no he podido evitar compartirlas con mis amigos, conocidos y cualquier lector que se asome a este escrito.
Por eso voy a expresarlas de una manera resumida, suponiendo que Rocío no tendrá inconveniente en que las exprese de una forma más coloquial.
Si utilizamos un modelo psicológico, no biomédico, estos científicos y estudiosos afirman que el ser humano no se “termina” psicológicamente hablando (o no termina su desarrollo) cuando acaba su máxima maduración física y biológica ni empieza su deterioro cuando concluye, en la edad adulta, su etapa laboral, se marchan los hijos del hogar o cuando ocurre cualquier otra condición física, biológica y social.
El desarrollo humano, desde una perspectiva psicológica, dura mientras se siguen produciendo las transacciones entre el organismo biológico y el contexto sociocultural, aseguran.
Ahora bien, en esa ecuación del cambio a lo largo de la vida -en ese balance entre evolución y desarrollo e involución y deterioro (o, en otros términos, entre pérdidas y ganancias)- existen factores psicológicos que experimentan ganancias y otros que experimentan pérdidas. Heckhausen y Schulz, aseguran que existen ganancias o mejoras, en distinta medida y proporción a todo lo largo del ciclo de la vida, aún a los 90 años, algo que también corroboro cuando disfruto de la placidez, bondad, ingenuidad y cariño de mi madre de 97, preciosas ganancias que compensan sus evidentes pérdidas.
Así, por ejemplo, sabemos que ciertas funciones cognitivas en las que el tiempo de reacción o ejecución es importante, declinan muy tempranamente (a partir de los 20 años) otras aptitudes cognitivas, como la amplitud de vocabulario o los conocimientos culturales (a quien los expertos llaman inteligencia cristalizada) , no lo hacen hasta muy avanzada edad (a partir de los 70 años) o, incluso, que otras funciones socioafectivas, como el balance entre el afecto positivo y negativo, se articulan mucho mejor en la vejez. Otro alivio y conclusión que confirmo, dada la ganancia en serenidad con la que ahora afronto dificultades, “disgustos” e incertidumbres que cuando era más joven me desestabilizaban, o que veo que todavía preocupan a mis hijos.
Hay que resaltar que se consideran declives a aquellos cambios que suceden con probabilidad al envejecer, mientras que llamamos deterioro cuando ocurre un cambio patológico (excedente del declive) generalmente producido por una determinada enfermedad. También debe considerarse que a medida que se incrementa la edad, aumentan las diferencias existentes entre los individuos debido, lógicamente, a la diversidad de circunstancias y de contextos históricos vividos.
Es decir, habrá muchas clases distintas de envejecimiento, si bien los expertos aseguran que en este proceso son factores comunes los siguientes:
1.- El envejecimiento cognitivo no es un fenómeno homogéneo, dado que el comienzo de los posibles mermas, la amplitud de las mismas y sus manifestaciones son muy diversas.
2.- Hay aspectos intelectuales que se desarrollan muy rápido en nuestras primeras etapas de la vida, y que comienzan también a declinar tempranamente, son aptitudes como la velocidad perceptiva, la fluidez verbal, el razonamiento o la aptitud espacial.
3.- Dado que en la actualidad, a partir de la investigación de Edward Gardner no se considera a la inteligencia como única, sino como múltiple, cada persona puede haber desarrollado de manera particular un tipo de inteligencia, ….. y en cada una de ellas la persona además de las habilidades desarrolladas, habrá almacenado conocimientos y datos a los que llamamos “inteligencia cultural”.
4.- Es esta “inteligencia cultural” (también llamada inteligencia cristalizada), que abarca aptitudes de información, comprensión, vocabulario, etc., la que una vez alcanzada cierta meseta, se mantiene constante o, incluso, puede ser incrementada hasta edades avanzadas de la vida.
5.- A ese almacén de conocimientos “cristalizados” le llamamos también “conocimientos previos” y cuando son extensos nos permiten la adquisición como “expertos”, de aprendizajes que los “novatos” tardarán años en conseguir. Y ello en cualquiera de las inteligencias distintas que utilicemos y hayamos podido cultivar.
6.- El tratamiento farmacológico que utilizamos para paliar los efectos del envejecimiento e incrementar nuestro bienestar tiene solo un beneficio a corto plazo, ya que éste se centra en la parte bioquímica de la persona, excluyendo otras áreas que integran al ser humano, tales como la psicológica, la social y la familiar.
7.- El ser humano es un ser integral que requiere de la estimulación necesaria para aumentar sus potencialidades y así disminuir las deficiencias que presente. Las funciones cognitivas son todas las actividades mentales que realiza la persona al relacionarse con el ambiente que le rodea y no dependen solo de la inteligencia, la memoria o las habilidades, sino que están absolutamente mezcladas con los intereses, los deseos, la forma de ser, la comunicación con los otros, los afectos y emociones…
8.- Los procesos cognitivos en la senectud se caracterizan por su plasticidad neuronal, ya que se ha comprobado que existe una capacidad de reserva en el organismo humano que puede ser activada en edades avanzadas, es decir, que la cognición es entrenable y potenciable.
9.- El conservar o incrementar nuestras funciones intelectuales dependerá, especialmente del grado de estimulación y práctica que recibamos en estos ámbitos.
10.- Y este grado de estimulación y práctica dependerá a su vez de cuánto y cómo lo queramos. Es decir, que dependerá ciertamente de las oportunidades que se nos ofrezcan, pero sobre todo de nuestra motivación y decisión en buscarlas y aprovecharlas.
La actividad de “Paseos botánicos por zonas verdes, parques y jardines de Madrid” que organiza Visitarb cumple con los requisitos necesarios para formar parte de un programa de enriquecimientos personal, ya que consigue la mayoría de objetivos que persiguen estas actividades como son:
Recuperar o ayudar a no perder algunos intereses, habilidades o procesos que hemos señalado que declinan por edad o por nuestras condiciones particulares.
Disfrutar de aficiones, hobbies o motivaciones que siempre hemos tenido.
Abrirnos a nuevas posibilidades, contactos, compañías, temas y oportunidades a las que antes no tuvimos ocasión de acceder.
Desarrollar nuestra capacidad de compartir nuestros intereses y de ayudar a otros a que adquieran perspectivas, conocimientos o destrezas que nosotros hemos desarrollado.
Ensancharnos con el aprecio, la amistad y las relaciones afectivas
La psicología científica ha concretado protocolos y programas de estimulación para conseguir un “Envejecimiento activo”, o como alguno prefiere decir “una actividad que desacelere el envejecimiento” y en esta línea podemos encontrar multitud de manuales que desarrollan programas para personas “en la tercera edad” diseñados por los servicios médicos y psicológicos de las comunidades, que publican guías, protocolos y cuadernos de ejercicios.
En parte, estas guías y cuadernos organizan el tiempo de práctica con actividades que nos recuerdan la estimulación de funciones previas y requeridas por los aprendizajes escolares en los niños. Y es cierto que la conservación y estimulación de las funciones cognitivas deterioradas requieren de una gradación sencilla, sobre todo con deterioros significativos. Pero en muchos casos, las actividades exclusivas de “lápiz y papel”, si bien son cómodas, accesibles y económicas, están lejos de ser “ecológicas” o “naturales” y se centran demasiado en tareas de ejercicios gráficos cuyo valor acaba en su realización, siendo difícil su generalización a un contexto más realista.
Por eso nos parece muy importante instar a que se elaboren programas de actividades en las que tanto sus contenidos como los procesos didácticos utilizados en ellas, tengan mucho que ver con lo que hacemos en la vida cotidiana, es decir, que estén “vinculados” a ella. Si no ocurre esto, corremos el peligro de volver a caer en el mismo error que cayó la pedagogía con la que fuimos enseñados: unos “textos” estándar cuyo “estudio”, lección por lección, se suponía que estimularía nuestro conocimiento, cuando en realidad lo que ocurría era que lo dormía.
Aunque en general, estos paseos de Visitarb pretendan ofrecer una introducción sencilla a la botánica aplicada que nos permita unos conocimientos con los que distinguir, individualizar y así respetar más a nuestros compañeros los árboles y plantas, sus logros van mucho más allá. Su diseño y realización va incorporando con la experiencia, muchas de las conclusiones a las que ha llegado la neuropsicología y la psicología cognitiva, así como las teorías y principios más actuales sobre el aprendizaje y la motivación entre. Por ejemplo los prescritos por la moderna Andragogía o Antropogogía (palabro que expresa la “pedagogía con adultos”, mejor dicho, la “educación permanente del ser humano”)
Estas afirmaciones y lo que diré a continuación no solo se derivan del conocimiento teórico y programático que aparece en la página de Visitarb, sino de la experiencia personal que he podido obtener con la asistencia a muchos de sus itinerarios cortos y largos.
Contando con la paciencia del lector, iré refiriéndome a la manera como esta actividad incorpora diez principios fundamentales y científicamente demostrados que debe poseer cualquier programa de estimulación cognitiva.
1.- Centrar la atención en el lugar y momento presente. Para ello, en cada salida a un jardín o a un parque, se fijan los objetivos de reconocimiento de especies vegetales que se pretenderá distinguir y su listado se nos presenta a los asistentes como una visión previa de “lo que haremos”. En esta primera información se relacionan los contenidos de la visita con variados intereses culturales, se sondea mediante tests el nivel de conocimientos botánicos previos que poseen los asistentes y se les asegura que el guía adaptará las explicaciones a cualquier nivel, desde el de iniciación al de especialización, asegurándoles también que no habrá evaluaciones, y menos públicas, que pudieran provocar ansiedad.
Se cuida la motivación por aprender despertando la curiosidad. Presentando los contenidos de forma atractiva y procurando que entusiasmen. En botánica esto resulta fácil porque la vida de las plantas, sus características, sus utilidades e idiosincrasia, simbolismo, particularidades, etc. ofrece miles de aspectos que cada vez nos sorprenden más: inteligencia, comunicación, adaptación ejemplar…. Además, en cada visita botánica he podido constatar que se varían actividades, se demuestra que lo que se va a enseñar es importante, se relacionan los contenidos nuevos con conceptos y aspectos que ya se conocen y se toma muy en consideración propuestas de los asistentes, procurando que algunas tareas se realicen de forma cooperativa. 2.- Estimular los procesos perceptivos y de reconocimiento. Aunque sea la percepción visual la más utilizada en el aprendizaje de contenidos botánicos, no cabe duda de que el olor, el tacto e incluso el gusto, desempeñan también un importante papel en la discriminación de características botánicas. La distinción de fragancias forma parte inexcusable de los contenidos de los paseos, pero también la discriminación de texturas de cortezas, hojas o frutos. Los juegos de “Reconocimiento a ciegas” que en ocasiones utiliza el guía, además de la diversión que suponen entre los asistentes al paseo, es un medio dirigido a entrenarnos en la recepción de estímulos y su identificación En botánica, el ejercicio del desarrollo de la inteligencia visual va muy acompañado también del desarrollo de la inteligencia espacial, por medio de la activación de procesos de ubicación espacial en un ambiente natural, la interpretación de mapas, distancia, cotas, el dibujo de paisajes, plantas o animales… 3.- Ejercitar la memoria utilizando el máximo de recursos . Muy posiblemente las dificultades de evocación de nombres de personas o hechos muy concretos sean los primeros síntomas que nos preocupan a determinada edad. Por eso es tan importante que conozcamos las posibilidades, métodos y estrategias que la ciencia neurológica nos aconseja utilizar para estimular el recuerdo y vigorizar nuestra capacidad de retención. Al comienzo de mi asistencia a estos paseos botánicos consideraba que me sería imposible el aprendizaje de los términos “científicos” de características o especies de plantas y que eso me situaría en una inferioridad de condiciones respecto de los paseantes jóvenes. Sin embargo, la experiencia me ha demostrado que esa nominalización no es imprescindible, y que lo verdaderamente importante es distinguir los elementos diferenciadores que exigen, para percatarse de ellos, una apreciación cuidadosa (atención dirigida a bordes y nervios de las hojas, manera de insertarse en las ramas, frutos… semillas…flores, etc.) de los ejemplares especialmente parecidos, pero que conforman familias o especies distintas… Además, los objetivos concretos de reconocimiento de especies vegetales que se concretan en cada salida a un parque se proponen como un material de ejercitación de memoria vinculada, ya que el guía realiza un verdadero alarde de paciencia y conocimiento de cómo se aprende (puede que por su particular experiencia también en las actividades que realiza con niños, jóvenes y adultos, no solo con “mayores”) y sorprende cómo va utilizando a medida que avanza el paseo, los recursos para fortalecer el recuerdo: a.- Incrementa la atención y motivación de los participantes para recordar las especies vegetales reconocidas en la visita. b.- Utiliza un sencillo juego de recordar deliberadamente utilizando diversas aplicaciones y ficheros compartidos entre los asistentes, de manera que durante la semana el guía realiza sondeos, tests de reconocimiento y repaso, por ejemplo, bajo el título “Quien soy”, juego en el que se envía una foto de alguna especie ya conocida y se comparten las respuestas o comentarios. c.- En cada nueva visita me he sentido invitado, que nunca obligado, a repetir los conocimientos que voy adquiriendo, con lo que mejoro su recuerdo mediante el repaso. d.- En cada salida he notado como el guía trata de que aprenda a organizar mentalmente la información que debo recordar mediante sencillas reglas mnemotécnicas de inclusión en categorías y a buscar y establecer asociaciones entre la información que me proporciona y otras situaciones cotidianas. e.- En cada paseo se crean imágenes mentales de lo que se quiere recordar mediante dibujos y fotografías, se nos anima a los asistentes a construir nuestros propios herbarios reales o virtuales mediante la colección de hojas recogidas, fotografías realizadas por nosotros mismos o bien obtenidas del herbario on line de Visitarb. f.- En todo este proceso, el guía nos enseña a utilizar ayudas externas como agendas, libretas, apuntes y aplicaciones de internet con las que facilitar el recuerdo. g.- En relación a este modo intencionado de estimulación de la memoria, citaré algo que me ha llamado la atención y que como profesional de la psicología ya conocía sus beneficiosos efectos. Me refiero a ciertas actividades de reminiscencia, que ponen énfasis en el poder terapéutico de los recuerdos asociados a sentimientos, y que el guía procura que los asistentes evoquemos en los paseos mediante estímulos elicitadores específicos. Así, mediante preguntas, nos invita a que realicemos comentarios para que relatemos anécdotas, conocimientos botánicos, agrícolas, históricos, literarios, o experiencias propias sobre los contenidos programados en la visita. 4.- Requerir una actividad apropiada de las funciones ejecutivas frontales, o sea, obligar a utilizar los lóbulos prefrontales del cerebro para entrenar la toma de decisiones voluntarias. Es evidente que estos paseos botánicos requieren de los asistentes una actividad apropiada de esas funciones a las que denominamos “ejecutivas” o de conducta adaptativa, apropiada, modificable, motivada y que esté libre de respuestas impulsivas disruptivas. Personalmente me interesa de manera especial el hecho de que también está ligada a los lóbulos frontales la conducta social adaptada y la capacidad de cuidado, por lo que sin duda los paseos estimulan estos comportamientos al incluir muchos objetivos de comunicación, colaboración y organización (conversaciones mientras caminamos, chats, coleccionismo de fotos, herbarios, conocimientos compartidos, aprendizaje de cuidados de plantas…etc.) Desde el punto de vista de la teoría de las Inteligencias múltiples estos aspectos relacionales pertenecen a la Inteligencia Intrapersonal, que consiste en reflexionar sobre las propias motivaciones y respuestas emocionales de concentración y conciencia de los sentimientos, fortalezas y debilidades, y a la Inteligencia Interpersonal, con cuyo uso y estimulación se consigue el conocimiento y la comprensión de los otros, sus motivaciones, sus intenciones y sus objetivos. Los paseos botánicos son una excelente oportunidad para abrirse a los otros, trabajar en grupo, observar y captar las necesidades y las emociones de personas, ampliar o estrechar el círculo de conocidos y amigos, etc. Todos ellos aspectos que estimulan esas zonas cerebrales en las que “reside” la intención. 5.- Estimular el lenguaje, tanto comprensivo como expresivo Debemos entender el lenguaje no solamente como la producción oral espontánea, sino también la denominación de objetos o situaciones, comprensión, repetición, expresión escrita, lectura comprensiva… En este sentido el vocabulario específico de cada visita es algo que agradezco porque me permite, a medida que lo voy ampliando, el acceso a contenidos muy interesantes. 6.-Estimular operaciones de cálculo Aparentemente en botánica, y sobre todo en la botánica de divulgación, podríamos considerar que apenas existe intervención de aspectos numéricos y de cálculo. Sin embargo en estas salidas siempre está presente el cálculo por apreciación (alturas, grosores, distancias, temperatura…, así como el uso de sencillos pero interesantes problemas aritméticos (comparaciones de tamaños, medidas de longitud, superficie y volumen, etc.) en relación con la vida de las plantas, sus hábitats o producciones. Siempre me han divertido los cálculos de aproximación y es muy posible que proponga al guía ejercicios lúdicos para realizar prácticas “comparativas” de medidas y dimensiones ya que son especialmente atractivas para relacionar conocimientos y hablar en un lenguaje asequible y curioso (sobre todo con niños). La experiencia cercana que nos proporcionó nuestro guía al invitarnos a contemplar el Parque del Oeste desde la altura del Faro de Madrid, como si de un árbol de 90 metros se tratase, me pareció especialmente sugerente. Imaginar lo que sería un gigante de 40 metros más de altura (120 en total) me sirvió para asombrarme de la potencia de esos ejemplares, de sus esfuerzos para abrazar la luz, de sus necesidades de bombeo de agua, etc. 7.-Propiciar la ejecución de praxias y actividad motora Hace poco tiempo tuve ocasión de reflexionar sobre los beneficios del ejercicio físico y me referí al caminar como una actividad saludable a la que nos incitan los paseos botánicos, no solo por su influencia sobre la salud en general, sino también como medio de estimulación cerebral, algo menos conocido pero no por eso menos importante. El ejercicio físico propuesto en los paseos botánicos aumenta el funcionamiento intelectual, la memoria, la capacidad de reacción, la eficacia en el trabajo, el autocontrol, la autoestima, la imagen corporal y disminuye: la ansiedad, el bajo estado de ánimo, los dolores en general, la hostilidad…. La mayoría de las visitas botánicas tienen una duración de dos horas y las distancias a recorrer son de entre cuatro y seis kilómetros y también de 8 a 10 kilómetros las que duran medio día. En mi caso particular, estos paseos dirigidos me han motivado a repetirlos por mi cuenta, con lo que he llenado de contenido una actividad que ya de por sí me resultaba estimulante. 8.- Crear un entorno rico en estímulos que facilite el razonamiento y la imaginación. Los paseos botánicos requieren de los asistentes una constante percepción de las semejanzas y diferencias entre especies, descubrir patrones y captar sistemas naturales. Quienes asisten a ellos observan la naturaleza, salen al campo, son sensibles a la vida, coleccionan y experimentan, organizan, etiquetan, protegen la fauna y la flora, son meticulosos con las anotaciones. Si algo define bien el perfil de las personas que asisten a los paseos botánicos con asiduidad e interés, es este tipo de inteligencia naturalista, o como también se la denomina, en el argot de las inteligencias múltiples “ecológica”, aunque pueda variar mucho el grado de compromiso con la acción de protección o experimentación. Atendiendo a mi personal experiencia puedo asegurar que los paseos botánicos estímulan gran cantidad de áreas de contenido científico y creativo. La botánica pura” estudia las comunidades vegetales (sociologia), sus adaptaciones al medio ambiente (fito-ecologia), los cambios graduales hereditarios y la selección natural (Evolución), la historia de la evolución y las relaciones de parentesco (Filogenia), sin olvidar el estudio de las causas de las enfermedades que sufren las plantas (patologia vegetal). La botánica necesita de la física y la química para comprender la forma en que las moléculas actúan entre sí, averiguar de dónde provienen y como sintetizan las proteínas, qué son los genes y cómo actúan en el vegetal, etc. (Botánica molecular, fisiología, etc.) La Fitogeografía se ocupa de la distribución geográfica de las plantas y la Paleobotánica estudia fósiles. Cualquiera de estas ramas de la botánica requiere de extensos y profundos conocimientos que no pueden estar al alcance de las personas cuyo objetivo no es aprender ciencia y no desean ser botánicos. Pero al mismo tiempo, ofrecen tal amplitud de posibilidades que son una fuente inagotable de estimulación intelectual. Es encomiable la tarea que Visistarb ha realizado para adaptar los contenidos botánicos más significativos al gran público, porque de esta manera tanto los “profanos” como los ya “iniciados” en este área de conocimientos pueden disfrutan de ellos, les son útiles para los objetivos de apreciación y respeto de la vida vegetal y despiertan el deseo de “crear” o “construir” un pensamiento enriquecedor. La mayor parte de contenidos botánicos que los visitantes recibimos en los paseos pertenecen a la Botánica especial, es decir, se refieren a los individuos en particular, a su identificación, nomenclatura y clasificación de las especies lo que incluye una inagotable alusión a maravillosas e increíbles características de adaptación, esa “botánica insólita” que enamora. A mí personalmente, me interesa en especial la etnobotánica, la botánica aplicada cuyo objeto de estudio son las especies que poseen principios activos curativos o tóxicos al hombre, las plantas útiles y dañinas para el hombre y el ganado, el aprovechamiento industrial de árboles y vegetales, plantas productoras de especias, ornamentales, depuradoras, etc. etc. Mención especial merece la iniciativa de Visitarb organizando recorridos por el museo del Prado para apreciar los motivos botánicos como expresión. Esta perspectiva amplia de manera extraordinaria nuestra visión al ofrecernos un punto de vista creativo del mundo vegetal. 10.- Las diferentes funciones cognitivas estimuladas actúan como sistemas funcionales interrelacionados, entrando en juego distintas combinaciones y organizaciones de los procesos y subsistemas, dependiendo de las tareas a las que deba responder el sujeto en un momento determinado. De esta manera, una tarea concreta programada en una sesión de psicoestimulación, (en nuestro caso un paseo botánico bien dirigido) suele actuar poniendo en marcha distintos sistemas, y llevando a cabo una estimulación más global al trascender a los componentes más específicos de las diferentes funciones cognitivas que hemos ido comentando. Esta es la razón por la que la estimulación psicológica aumenta la flexibilidad de los esquemas mentales y mejora ciertas áreas cerebrales asociadas a la ejecución de las actividades de vida diaria y actividades instrumentales de la misma. 10.- Por último me gustaría referirme también al hecho comprobado de que la estimulación y el entrenamiento de habilidades cognitivas mejoran el estado de ánimo e incrementan la autoestima. Una de las reflexiones más escuchadas en las últimas décadas en distintos foros relacionados con el estudio del envejecimiento, es la que señala que “no basta con dar años a la vida, sino que hay que dar vida a los años”. Este lema sintetiza el camino que hoy orienta gran parte de la investigación y del desarrollo de intervenciones cognitivas y expresa muy bien la intención última que persiguen los paseos botánicos de visitarb al pretender incrementar nuestro bienestar con auténticos baños de vida vegetal. Esta tarea de relacionar los paseos botánicos con la salud emocional será nuestro próximo objetivo y si conseguimos lo que pretendemos, el lector quedará convencido de cómo se puede combatir el estrés con el aliento que nos regalan los árboles al pasear bajo ellos. 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